La certificación en el ámbito forestal refuerza su cambio de perfil como una herramienta de diferenciación a través de la trazabilidad, la circularidad económica y los nuevos negocios.
En Argentina, un número creciente de empresas adopta la certificación también como una estrategia para diferenciarse en el mercado, satisfacer las demandas de los clientes e impulsar la mejora continua. Se ha verificado, además, que no se trata solo de obtener una ventaja competitiva, sino también de fomentar el orgullo entre los empleados y fortalecer la reputación de la empresa.
El impulso a la certificación proviene de múltiples partes interesadas. Los consumidores son cada vez más conscientes del impacto ambiental y social de sus compras y exigen mayor transparencia a las marcas. Los gobiernos también reconocen su valor, incorporándola a sus políticas de compras y promoviéndola como herramienta para el desarrollo sostenible.
En diálogo con ASORA Madera y Tecnología, el director Ejecutivo de FSC Argentina, Esteban Carabelli, repasa el estado actual de la certificación forestal. Las posibilidades para las pymes y los nuevos negocios de la mano de la economía circular también fueron tratadas durante la entrevista.
El nuevo perfil de la certificación
La certificación ha dejado de ser un mero trámite burocrático para convertirse en un pilar estratégico. En un mercado globalizado y competitivo, las empresas buscan formas de destacar, y la certificación ofrece una vía tangible para hacerlo. No se trata solo de cumplir con una norma, sino de adoptar una filosofía de trabajo que impregna a toda la organización.
Un número creciente de empresas adopta la certificación también para impulsar la mejora continua
¿Cuál es hoy el principal motor que lleva a las empresas argentinas a buscar la certificación FSC? Las razones, señala Esteban Carabelli, pueden variar. “Algunas entran porque es un diferencial de mercado; a otras, el cliente mismo se lo pidió. Son experiencias donde suele destacarse que pudieron consolidar mercados, aunque muchas veces no con un precio diferencial. A veces sí ocurre en algún nicho, pero en general es más una carta de acceso. Es poder dar una garantía para que te prefieran y te sostengan como proveedor”.
Hoy, la percepción de la certificación como una simple ventaja competitiva ha evolucionado. Si bien el acceso a nuevos mercados es un factor clave, las empresas descubren beneficios que van más allá de lo comercial, convirtiéndola en una herramienta de fidelización y un testimonio de su compromiso con la calidad y la sostenibilidad.
Carabelli menciona los beneficios de mercado, pero agrega que hay otros aportes inesperados. “Una de las respuestas que nos sorprendió fue que el sistema realmente lleva a la empresa por el camino de la mejora continua. Estar certificado, saber que tendrás un auditor cada año, esa rutina de capacitar a la gente, de inducir al que llega, de ponerlo en sintonía, aporta a que la empresa se mantiene atenta y actualizada”.
Este es un punto crucial: la certificación deja de ser un evento único para convertirse en un proceso. La auditoría anual, lejos de ser una carga, se transforma en un motor que obliga a las empresas a capacitar a su personal y revisar sus procesos. Es un ciclo virtuoso que eleva los estándares de toda la organización.
Los beneficios van más allá de lo comercial, convirtiéndola en una herramienta de fidelización y un testimonio del compromiso con la calidad y la sostenibilidad.
A nivel interno, el impacto es menos medible pero sí observable. “El orgullo. Trabajar en una empresa certificada empoderada, le infla el pecho al trabajador. Especialmente en las forestales, donde dicen: ‘trabajo en una empresa donde me cuidan más, donde sé que cada año vendrán a revisar y, si hay algún tema, intentarán gestionarlo'”.
El “negocio” de certificar
Las certificaciones de manejo responsable de bosques y plantaciones tuvieron su auge tras la Conferencia de Río de 1992. En más de 30 años, los dos grandes sistemas globales, Forest Stewardship Council (FSC) y el Program for the Endorsement of Forest Certification (PEFC), han crecido constantemente, sobre todo en las plantaciones de pinos y eucaliptos del Cono Sur y en las industrias que transforman esa materia prima.
“Esto es parte integral del sistema: que ese producto que se va transformando a lo largo de la cadena tenga un resguardo de trazabilidad. Si voy a otorgar una garantía al final, debo estar seguro de que proviene de ese bosque certificado”, comenta Carabelli.
El ejecutivo indica que, en el sector de la transformación, llamado cadena de custodia, es donde hay más crecimiento. “Esto nos da la pausa de cómo el mercado está ávido de estos productos. La cadena de custodia es el primer contacto con el usuario final, que a veces es una corporación que decide construir en madera, imprimir folletos en papel certificado o usar un embalaje FSC como parte de su propuesta empresarial”.
Esto es lo que ha traccionado el crecimiento del sistema a nivel global, ya que en los bosques el ritmo es más lento.
Los costos no son un tema tabú. Carabelli explica que la auditoría anual va desde US$ 2.000 hasta US$ 5.000, según el tamaño de la empresa. La decisión pasa por evaluar “si ese costo te saca de mercado o si, por el contrario, te posición y te diferencia”.
El “ecosistema de control” específico del sector
Consultado sobre los elementos particulares de este ecosistema, el ejecutivo resalta: “El sistema trae una solución tangible a un problema de distancia y acceso. Nadie puede viajar a un campo remoto para saber qué está pasando; la certificación garantiza que un auditor ya lo hizo. Además, el proceso obliga a consultar a las partes interesadas: vecinos, ONG de la zona y, muy importante, los propios sindicatos como el de la madera o UATRE”.
Este enfoque diferencia a la certificación de una simple auditoría interna. La validación no solo proviene del auditor, sino de la comunidad y los actores sectoriales.
El efecto concreto de este diálogo es la baja del riesgo laboral. Carabelli destaca que las empresas “se abren a hablar con terceros y la gestión deja de ser ‘tranqueras adentro’. Hemos visto casos donde había tensión con alguna organización externa y, al sentarse a hablar, se dio cuenta de que la preocupación era objetiva y se pudo resolver. Se rompe con un aislamiento que a la larga es contraproducente”.
Un cliente, muchos interesados
Además de las empresas, otros actores impulsan la demanda. “El cliente individual, cada vez más curioso sobre sus decisiones de consumo, y el gobierno, en sus diferentes niveles, con sus compras de papelería, mobiliario o para la construcción”, agrega.
La demanda de productos certificados es un ecosistema en crecimiento. Los consumidores informados exigen transparencia y los gobiernos, con sus compras públicas, promueven la sostenibilidad. Es una sinergia que impulsa a todo el mercado.
Hay 65.000 industrias en el mundo producen y transforman productos certificados. Es la prueba de que el sistema ofrece soluciones".
Para las pymes, el costo y la complejidad son un desafío. La solución, según Carabelli, es agruparse. “La certificación agrupada es una de las estrategias más eficientes para superar esa loma de burro del primer año”. Este modelo colaborativo democratiza el acceso a los mismos beneficios que las grandes empresas.
El rol de FSC Argentina es flexibilizar esa barrera de ingreso. “Estamos a disposición para hablar con todos. No tratamos de vender la herramienta, sino de presentarla objetivamente, porque nos interesa que haga sentido desde un punto de vista comercial”, explica. FSC actúa como un facilitador, una guía para que las empresas integren la certificación de manera genuina en su estrategia.
Sobre el futuro, Carabelli es optimista: “La certificación es una solución tangible y cotidiana. Hoy, 65.000 industrias en el mundo producen y transforman productos certificados, y esto está en expansión. Es la prueba de que el sistema ofrece soluciones”.
El crecimiento constante del número de empresas certificadas es un claro indicador de que la sostenibilidad ya no es una tendencia, sino una necesidad. “La certificación FSC no es una solución perfecta ni universal, pero sí una herramienta poderosa en constante evolución hacia un futuro más responsable”, concluye.
Foto: FSC