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viernes 10 de octubre de 2025
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Los incendios forestales aumentaron a escala global por el cambio climático y una gestión ambiental inadecuada

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Un nuevo estudio publicado en la revista Science demuestra con datos estadísticos validados que los incendios forestales aumentaron en frecuencia. De hecho, en los últimos diez años se verificó casi la mitad de los incendios más graves de las últimas cinco décadas. También sus consecuencias económicas muestran un mayor impacto en todo el mundo.

Así lo señala una investigación de la University of Tasmania (Australia), institución que ocupa el primer puesto en acción climática entre las universidades a nivel internacional.

La investigación revisó los datos e informes sobre catástrofes disponibles en dos bases de datos globales de desastres: NatCatSERVICE, uno de los conjuntos de datos más completos en la actualidad, y la base de datos de acceso público Emergency Events Database (EM-DAT).

 

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La tendencia es a incendios más voraces y recurrentes.

 

El trabajo tomó los desastres por incendios entre 1980 y 2023 y la conclusión resultó dramática: hay una tendencia marcada a que los incendios sean más voraces y recurrentes. El escenario que plantea la investigación es el de una necesaria adaptación a un mundo cada vez más propenso a los incendios.

 

Peores perspectivas

El informe muestra un claro aumento de los desastres por incendios desde 2015. “El cambio climático es un factor clave, ya que las condiciones más cálidas y secas crean paisajes más propensos al fuego. Pero la aceleración también refleja la colisión de esta señal climática con factores humanos, como poblaciones densas, la expansión de los bordes urbanos y la acumulación de combustible en algunos lugares. Los desastres ocurren cuando estas fuerzas convergen”, declaró Calum Cunningham, que lidera el estudio en la University of Tasmania, de Australia.

Justamente la región sur de ese país, junto a la cuenca mediterránea, el oeste de Norteamérica y partes de Chile son mencionadas como zonas de muy alto riesgo de incendios. “Estas regiones combinan vegetación altamente inflamable, condiciones meteorológicas extremas para incendios y poblaciones densas”, indicó el científico.

Ante este panorama, Cunningham precisó que las estrategias de adaptación en estas regiones deben ser multinivel. “Esto implica viviendas más seguras y códigos de construcción adecuados, la rehabilitación de edificios existentes, la creación de espacios defendibles, mejores planes de evacuación y comunicación, así como la gestión de combustibles en los paisajes circundantes”.

 

El sur de Australia, la cuenca mediterránea, el oeste de Norteamérica y partes de Chile son las zonas de más alto riesgo de incendios.

 

La conjunción clima extremo + factores humanos fue una de las confirmaciones que la investigación obtuvo al analizar los datos. El estudio concluye que los desastres por incendios se intensificaron drásticamente desde 2015. A su vez, las crisis económicas se multiplicaron por cuatro desde 1980 y casi la mitad de los eventos más dañinos se concentraron en la última década.

Frente a esta escalada debido tanto a condiciones climáticas extremas como a factores humanos “no existe un enfoque único para el tratamiento de los combustibles”, remarca Cunningham. Y agrega que “la gestión del territorio debe adaptarse al contexto local, a la cultura y al ecosistema de cada lugar. En algunos lugares puede implicar quemas prescritas; en ciertos casos, usar cabras para consumir el combustible; y en otros, realizar un desbroce mecánico de la vegetación excesivamente densa”.

 

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