El reciente International Business Report (IBR) “Escalando la sostenibilidad: cómo preparan las medianas empresas su crecimiento de cara al futuro”, revela una tendencia novedosa: “Casi 9 de cada 10 empresas afirman que mantendrán o incluso aumentarán la inversión en iniciativas de sostenibilidad durante los próximos 12 meses”. En un escenario global atravesado por retrocesos regulatorios y desconfianza política, se trata de un dato relevante.
El reporte fue elaborado por la consultora global Grant Thornton. Muestra que la sostenibilidad ya hizo pie en el segmento de medianas empresas: el 90% de las firmas del middle market planea mantener o incrementar su inversión durante el próximo año en iniciativas ESG (Environmental, Social, and Governance / Ambiental, Social y de Gobernanza).
Los marcos regulatorios suelen motivar la adopción de estándares ESG como exigencia, pero en el caso del segmento medio este factor resulta secundario. De hecho, el informe señala que “el impulso comercial pesa más que la presión normativa”. En otras palabras: las empresas detectan una oportunidad para crecer, diferenciarse y fortalecer su competitividad posicionándose en temas de sostenibilidad.
Este cambio de paradigma también se replica en América Latina, donde cada vez más empresas comienzan a vincular la sostenibilidad con la rentabilidad, la competitividad y la proyección a largo plazo.

En Argentina, en particular, “cada vez más líderes empresariales están entendiendo que la sostenibilidad no es una exigencia externa, sino una decisión estratégica que agrega valor. El desafío pasa por integrar los criterios ESG a la gestión diaria, no como un área aparte, sino como parte del modelo de negocio”, afirma Alejandro Chiappe, socio de Grant Thornton Argentina.
Competencia y marca detrás del impacto
¿Qué impulsa este viraje? La competencia (+41 %) y la reputación de marca (38%) lideran las respuestas. Esto indica que los directivos perciben la sostenibilidad como una palanca para posicionarse frente al resto del mercado, y no solo como un costo adicional.
Más de la mitad de las compañías (54%) considera que sus estrategias ESG mejorarán la rentabilidad y 51 % cree que les ayudará a incrementar ingresos. Apenas un 2 % admite no ver conexión entre sostenibilidad y objetivos comerciales.
La prioridad de las inversiones la sigue teniendo la energía renovable (43 %), seguida por nuevas líneas de productos sostenibles, tecnología para eficiencia operativa, gestión de residuos, compras responsables y reportes de sostenibilidad. “La transición energética ya no es una tendencia, sino un imperativo competitivo. Las empresas que invierten hoy en eficiencia y fuentes renovables estarán mejor preparadas para un escenario regulatorio y de costos cada vez más exigente,” afirma Chiappe.
Además, la energía se consolida como el punto de partida más tangible para escalar la sostenibilidad: una apuesta que combina retorno financiero y estabilidad operativa.
Desafíos que persisten
El informe reconoce tres grandes barreras.
- Costos: para muchas medianas empresas, los recursos iniciales para adoptar tecnologías limpias, auditorías o certificaciones siguen siendo elevados.
- Complejidad técnica: medir impacto, seleccionar métricas relevantes, integrar datos ESG al reporte financiero son procesos en evolución.
- Incertidumbre regulatoria: la volatilidad normativa y los retrocesos en algunas jurisdicciones dificultan comprometerse con medianos y largos plazos.
Frente a esto, muchas compañías optan por modular su avance: primero con acciones de bajo costo e impacto inmediato –como eficiencia energética o digitalización interna- y luego escalando hacia metas más ambiciosos.
Por otro lado, el estudio revela diferencias notables entre regiones y sectores. Sobresale el optimismo en Norteamérica y Asia Pacífico respecto de los beneficios de la sostenibilidad en el mediano plazo.
Sumarse a la tendencia
- Con este panorama, ¿cómo puede una empresa mediana de nuestro país traducir la experiencia global al contexto local?
- Diagnóstico previo: no se trata de replicar modelos externos, sino de detectar los frentes con mayor potencial en el propio entorno (eficiencia energética, abastecimiento responsable, transformación digital).
- Pilotear antes de escalar: lanzar pruebas acotadas –como medición de huella o programas piloto de compras sostenibles- antes de comprometer inversiones mayores.
- Vincular con propósito real: las acciones deben representar algo concreto para clientes, colaboradores y comunidades. No basta con reportar certificaciones.
- Integrar la sostenibilidad al corazón del negocio: dejar de tratarla como iniciativa paralela y volverla parte estructural del modelo operando
- Monitoreo y comunicación transparente: los reportes ESG son una herramienta de aval y confianza para inversores, clientes y gobiernos.
“La sostenibilidad ya no es un capítulo adicional del negocio, sino el modelo operativo del futuro. Quienes comiencen hoy a escalarla no solo estarán mejor preparados para lo que viene, y serán parte de quienes lo construyan”, concluye el ejecutivo local de Grant Thornton Argentina, Alejandro Chiappe.
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