La industria forestal genera constantemente una gran cantidad de residuos, como aserrín, corteza y residuos de cosecha. Esta biomasa, a menudo considerada un problema, puede transformarse en un recurso valioso: el biochar. Este producto no solo ofrece una solución sostenible para la gestión de residuos, sino que también abre nuevas oportunidades de negocio y contribuye a la mitigación del cambio climático.
La búsqueda de alternativas para valorizar los residuos de la industria forestal es un reto constante. En este contexto, el biochar, también conocido como biocarbón, emerge como una tecnología con un enorme potencial. Se trata de un material estable y rico en carbono que se obtiene mediante el calentamiento de biomasa en un entorno con bajo contenido de oxígeno, un proceso denominado pirólisis.
El biochar se obtiene mediante el calentamiento de biomasa en un entorno con bajo contenido de oxígeno, un proceso denominado pirólisis.
Este proceso no se trata solo de “quemar para desaparecer”, sino de “quemar para estabilizar”. El objetivo es estabilizar el carbono para que no se transforme en gases de efecto invernadero. Esta relativa simplicidad, en comparación con otras tecnologías como la biodigestión, es una de las razones por las que está ganando terreno en los mercados de carbono.
El producto resultante tiene múltiples aplicaciones, desde la mejora de suelos agrícolas hasta su uso en la construcción e incluso en la salud animal, aunque este último aún requiere más investigación. Las proyecciones del mercado global son prometedoras, con un creciente interés por parte de industrias como la siderúrgica y la construcción que buscan reducir su huella de carbono.
¿Qué es el biochar y para qué sirve?
El biochar es mucho más que simple carbón vegetal. Su estructura porosa y composición química le otorgan una amplia gama de aplicaciones:
- Retoque de suelo: Mejora la estructura del suelo, la retención de agua y la disponibilidad de nutrientes para las plantas. Actúa como fertilizante de larga duración y reduce la necesidad de insumos químicos. En Argentina, su clasificación como bioinsumo representa un avance significativo para su aplicación en la agricultura.
- Construcción: Combinado con materiales como el cemento y el hormigón, permite crear materiales de construcción más ligeros con una menor huella de carbono. Esta combinación es muy interesante, ya que permite a la industria de la construcción incorporar un material sostenible, transformando los residuos de un sector (forestal) en un recurso para otro.
- Secuestro de Carbono y Créditos de Carbono: Este es uno de los aspectos más atractivos del biochar. Al estabilizar el carbono que de otro modo se liberaría a la atmósfera, los proyectos de biochar pueden generar créditos de carbono. Estos créditos son certificados que representan una tonelada de CO2 retirada de la atmósfera. Actualmente, un crédito de carbono de biochar está valorado en unos 150 € , con una proyección de alcanzar los 300 € en los próximos años, significativamente más alto que los créditos de otras fuentes, como el combustible de aviación sostenible (SAF), que rondan los 35-40 €. Este alto valor se debe a la fiabilidad y facilidad de medición del carbono secuestrado, que puede permanecer estable en el suelo durante cientos de años, o incluso miles si se utiliza en materiales de construcción.
Los usos industriales de alto valor y como alimento para animales están en fase de desarrollo, con resultados preliminares muy positivos.
El mercado del biochar
A pesar de su enorme potencial, el camino hacia la implementación del biochar no está exento de obstáculos. El mercado aún está en desarrollo y enfrenta varios desafíos clave:
- Tecnología y costo: Una barrera importante en Latinoamérica es la escasez de fabricantes locales de hornos pirolíticos específicos para biochar. Esto a menudo requiere la importación de tecnología o el desarrollo de prototipos locales, como se está intentando en un proyecto en General Alvarado. El costo internacional de una unidad móvil ronda los $30,000 a $40,000, y un objetivo clave es reducir este costo mediante la producción local. Además, para que un proyecto sea certificable para créditos de carbono, la tecnología utilizada debe cumplir con estándares de calidad específicos.
- Logística de la biomasa: La recolección y el transporte eficientes de biomasa residual a una planta de procesamiento representan un importante desafío logístico, especialmente en Latinoamérica. El éxito de un proyecto depende de minimizar las distancias de traslado de los residuos. Una estrategia eficaz implica la creación de “agrupaciones” de residuos de diferentes orígenes (agrícolas, forestales, de poda municipal) y la coordinación con los actores locales, como se está haciendo en el proyecto municipal de General Alvarado.
- Desarrollo del mercado y volatilidad de precios: El mercado mundial del biochar aún no está regulado, lo que genera volatilidad en los precios. En Argentina, por ejemplo, el precio por tonelada se disparó de aproximadamente $800 a $1200 dólares sin una justificación clara en los costos de producción. Un precio estable y justo, estimado entre $300 y $500 dólares por tonelada, es crucial para la consolidación del mercado. Esta estabilidad podría lograrse mediante proyectos que incorporen ingresos provenientes de créditos de carbono desde el inicio.
- Encontrar usuarios finales: Uno de los mayores desafíos es crear un mercado local y asegurar que haya usuarios finales para el biochar producido. Es fundamental crear comunidad y educar a los usuarios potenciales, desde agricultores hasta empresas constructoras, sobre los beneficios y las aplicaciones del biochar. Sin esta conexión, muchos proyectos corren el riesgo de producir biochar sin un destino claro.
La tecnología detrás del biochar: un mercado en desarrollo
La producción de biochar se realiza en hornos pirolíticos, que calientan la biomasa en un ambiente con bajo contenido de oxígeno. Si bien el principio es sencillo, la tecnología y su accesibilidad son factores cruciales para la viabilidad de cualquier proyecto. El mercado presenta actualmente un panorama de oportunidades y desafíos importantes.
Están surgiendo dos modelos de negocio principales:
- Producción centralizada: Implica grandes plantas estacionarias que procesan un gran volumen de biomasa. Este modelo requiere una logística robusta y compleja para transportar residuos desde diversas fuentes a un único punto.
- Producción descentralizada (Unidades Móviles): Este modelo utiliza hornos móviles más pequeños que pueden transportarse a los lugares donde se genera la biomasa. Esto resulta especialmente interesante para la industria forestal o las zonas agrícolas, ya que reduce significativamente los costos y la complejidad logística. Una unidad móvil puede tener un valor de mercado internacional de entre 30.000 y 40.000 dólares .
Uno de los principales obstáculos para el crecimiento del biochar en regiones como Latinoamérica es la falta de fabricantes locales de hornos pirolíticos especializados. Si bien existe tecnología de pirólisis, pocas empresas la han adaptado específicamente para la producción consistente y certificable de biochar. Esta brecha tecnológica obliga a muchos proyectos a considerar la importación de equipos costosos o, como en el caso del proyecto pionero en General Alvarado, a aventurarse en el desarrollo de sus propios prototipos en colaboración con universidades y empresas tecnológicas.
Uno de los principales obstáculos para el crecimiento del biochar es la falta de fabricantes locales de hornos pirolíticos especializados.
La importancia de la certificación
Para que un proyecto de biochar sea elegible para el mercado de créditos de carbono, la tecnología utilizada debe estar certificada. Esto significa que el horno debe garantizar un proceso controlado y estable que garantice la calidad del biochar y la permanencia del carbono secuestrado. Esta necesidad de certificación añade complejidad, pero es esencial para asegurar la viabilidad financiera y la integridad ambiental de los proyectos. El reto, por lo tanto, no es solo producir hornos, sino producir hornos que cumplan con los estándares reconocidos internacionalmente.
Un compromiso estratégico para el futuro
Transformar los residuos en un recurso ya no es una utopía, sino una realidad tangible, y el biochar es un claro ejemplo. Para la industria forestal, que busca constantemente optimizar sus procesos y reducir su impacto ambiental, esta tecnología representa más que una simple solución; es una decisión estratégica de negocio.
El camino no es sencillo y requiere superar obstáculos logísticos, tecnológicos y de mercado. Sin embargo, las oportunidades son inmensas. La capacidad de generar créditos de carbono de alto valor, crear nuevas líneas de productos y establecer un modelo de economía circular son incentivos poderosos.
Proyectos pioneros, como el que se desarrolla en General Alvarado, están abriendo camino, demostrando que con la colaboración entre los sectores público y privado, es posible construir un futuro sostenible y rentable. La pregunta para la industria forestal ya no es si deberían considerar el biochar, sino cómo empezar a implementarlo para liderar la transición hacia una economía más verde y competitiva.