viernes 25 de abril de 2025

Casa de veraneo en Chapadmalal resalta las cualidades de la madera

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La casa en Chapadmalal es parte de una serie de tres casas proyectadas por el Estudio Borrachia Arquitectos, que se basan en la prefabricación de ciertos elementos de manera sistematizada contemplando sutiles variaciones según el programa, su posición estratégica y adecuación al territorio; y un conjunto diverso de piezas adosadas a estos elementos, de interface y adaptación al clima y la geografía de la región que  dotan de una identidad particular a cada uno de los edificios.

Una de las casas es como un puente largo que salta una pendiente muy pronunciada, otra conforma un claustro con un patio irrigado en un paisaje muy árido, y  la que aquí se presenta alterna piezas en el terreno generando patios que se vinculan con un bosque cercano y con una vista lejana hacia el atardecer.

Las tres viviendas están construidas con madera, tanto en sus piezas prefabricadas como en las que funcionan como interface y fueron armadas en el mismo terreno.

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En el caso de la casa en Chapadmalal cada una de las piezas prefabricadas que la componen fueron resueltas de manera tal que al unirse o separarse, tanto por patios como por circulaciones, generan cierta independencia unas de otras y logran que este edificio pueda ser ocupado de diversas formas incrementando su cantidad de habitantes y permitiendo una especie de autonomía funcional para cada una de las partes; la idea de cerrar y abrir dormitorios según la ocupación, e incluso la posibilidad de sub-alquilar habitaciones y utilizar la parte pública como punto de encuentro, permite, entre otras cosas, una economía de recursos en la vida útil del edificio al no ser necesaria la activación de toda la superficie del programa en cuanto a calefacción, refrigeración , etc.

Además de los espacios típicos de cualquier casa de veraneo, estar, comedor, cocina, tres dormitorios, baños, etc., este proyecto considera una serie de situaciones intermedias que se conjugan para lograr un recorrido diverso vinculado con diferentes estadíos de paisaje; el bosque, las galerías y accesos exteriores, los patios entre los volúmenes, el jardin interior vidriado o la circulación que une los dormitorios, el sector de fuego y las pérgolas con la pileta elevada hacia el oeste.

Además, este recorrido tiene su punto cúlmine al trepar hacia las cubiertas verdes y finalizar asomados al entorno costero desde este nuevo suelo alto.

Se suman al funcionamiento de la casa toda una serie de sistemas cuyo fin es lograr una mínima huella en el paisaje; como por ejemplo las bases, que se instalan en pocas horas, y pueden ser removidas en el mismo tiempo, permitiendo que la intervención en el territorio sea respetuosa e incluso efímera. O los “ganchos” de izaje, pensados como parte de la arquitectura y que quedan para siempre vinculados con el edificio en caso de tener que volver a trasladarlo.

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El estudio pormenorizado que se realiza sobre el ecosistema a intervenir y la adaptación de la pieza a sus condiciones particulares, se trasladan rápidamente a la lógica de fabricación buscando acercar “el taller” a los distintos puntos en donde serán emplazados los edificios para generar redes locales que nos permitan nutrirnos, no solo de los materiales de la zona, sino también de la mano de obra necesaria, fortaleciendo con esto a pequeñas economías regionales.

Estas ideas relacionadas con la economía circular buscan en la prefabricación, en la utilización de materiales como la madera o sistemas constructivos livianos, autoportantes y súper aislados y en la relación optimizada con el clima, el asoleamiento y las ventilaciones, condiciones que permitan hacer más eficientes los recursos utilizados, tanto en la fabricación como en el uso posterior. Criterios de funcionamiento pasivos básicos como la ventilación cruzada, el efecto “chimenea” o la cubierta verde pretenden completar estas premisas según las estaciones y la interacción con el clima. En verano, en cada uno de los espacios y al abrir las carpinterías, se genera una aceleración del aire que ingresa, logrando con la apertura de las lucarnas de la cubierta, que el aire caliente alojado en el interior sea impulsado hacia el

exterior, renovando continuamente el clima del edificio, y bajando la temperatura. En invierno, las aislaciones en cada una de las caras, las cámaras de aire y los materiales de las carpinterías, han sido estudiados para que una mínima calefacción, como por ejemplo la que genera una salamandra a leña, alcance para abastecer de calor a cada espacio.

Esta casa se completará en el tiempo adosando paneles fotovoltaicos, sistemas de refrigeración y calefacción por geotermia, termos solares y toda una serie de artefactos que optimizan el consumo y permiten, en situaciones extremas, su total desconexión de las redes de infraestructura.

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Complementando estas ideas, la casa en Chapadmalal toma de la iconografía náutica ciertas decisiones; la madera al natural, las barandas metálicas, los decks, etc.; y las suma a la manera de habitar desprejuiciada de la comunidad familiar que la origina y un movimiento interesante de jóvenes empresarios, artistas o diseñadores que entienden a esta ciudad costera como una nueva alternativa para su vida cotidiana y un escape posible de la ciudad.

 

FICHA TÉCNICA

Proyecto: Estudio Borrachia – Arq. Alejandro Borrachia

Ubicación: Chapadmalal, Provincia de Buenos Aires

Año de obra:  2023

Superficie terreno: 840 m2

Superficie cubierta: 120 m2

Superficie deck exterior: 84 m2

Superficie azotea accesible: 112 m2

Superficie bandejas verdes: 78 m2

Construcción en fábrica para Labt: Arq. Guillermo Badano (TAO)

Dirección y logística de obra en terreno: Matías Carloni – Sofía Nazzabal – Juli Petroff

Colaboradores / Equipo de proyecto: Matías Carloni – Julieta Solari – Ailen Tammaro

Coordinación en fábrica: Kike González

Fotos obra finalizada: Adrián Ríos

Video y fotos del proceso de montaje: Alejandro Calonje

Larompiente.audiovisual

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